domingo, 27 de julio de 2008

Cerrados al tránsito, y al sentido común

En Uruguay mueren dos personas por día en accidentes de tránsito. Es una de las tres causas de muerte más comunes en el país. ¿Y cómo responden los políticos a este problema? Discuten sobre quienes empadronan sus vehículos en otro departamento, y sobre la libertad de los motociclistas de desparramar sus cerebros en el asfalto. Algunos caudillos están en contra de imponer normas nacionales de seguridad porque "violan las autonomías" de los departamentos. Dicho en criollo, quieren cuidar sus chacritas.

No hay que ser rebuscado para encontrar autos andando con luces rotas, escapes humeantes y estridentes, neumáticos desinflados y/o desgastados, y fierros rígidos como paragolpes. En un país normal, los dueños de bichos así son obligados a venderlos como chatarra y cambiarlos por otros con menos años. Pero acá pagan menos impuestos porque son "trabajadores"... y potenciales votantes.

Demasiados conductores no parecen saber para qué sirve el señalero o los faros antiniebla, manejan por ningún carril o todos a la vez, trancan los cruces cuando hay colas, y aceleran cuando cruzan peatones o se prende la luz amarilla. Y si un inspector revisa si están cumpliendo con las normas, varios conductores patean por esconderse atrás de un árbol en vez de mostrar sus sobretodos fluorescentes.

¿Esperamos a que otro venga a arreglar las cosas? Creo que mejor nos ponemos las pilas nosotros.

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