martes, 20 de marzo de 2012

Derecho a vencer

La película Titanic se estrenó en diciembre de 1997. Salió en cine, VHS, DVD, televisión paga y televisión abierta. Calculo que ya la pasaron incluso en el Canal Once de Punta del Este. A fines de año se cumplen 15 años de su estreno. Y sigue facturando, porque los derechos de autor expiran por lo menos 50 años luego de la muerte del autor, según el Convenio de Berna.

James Cameron ya cobró bastante, y ni que hablar la Paramount y la Fox. Pero a los mortales, ese plazo tan largo no nos sirve de nada. Que Titanic siga con todos los derechos reservados significa que nosotros no podemos aprovechar la película para lo que nos plazca.

De hecho, la película no es tan complicada de conseguir. Lo mismo con Harry Potter y la piedra filosofal, que se estrenó en junio de 1997 y dentro de poco tendrá su fiesta de quince. ¿Pero qué pasa con las obras que pasaron de moda, las rarezas, las ediciones especiales? La única forma de conseguirlas es en el mercado ilegal.

Esta situación perjudica a la sociedad. Y lo que es peor, es un incentivo a que los creadores se duerman en los laureles. Una vez que uno pegó con una obra, puede rascarse de por vida cobrando las regalías. De hecho, hasta sus herederos pueden hacer la siesta eterna.

Lo correcto sería incentivar a los creadores a seguir creando. Vale para los artistas, pero también para los industriales. Una forma de acelerar la invención de máquinas y promover el progreso tecnológico es hacer caducar las patentes más rápido. Así como todo el mundo debería tener el derecho a filmar la versión yorugua de Rápido y furioso para publicarla con total libertad, deberíamos tener la posibilidad de fabricar y vender versiones propias del Volkswagen Escarabajo, el Lotus Seven y el Peugeot 205 GTI.

15 años es mucho tiempo. Es más, creo que es demasiado.  Por eso, propongo que los derechos de autor expiren a los 10 años de publicada una obra. Ese período es más que suficiente, y da sobrado para que los creadores intenten superarse a sí mismos en la búsqueda de la perfección y demostrar que son capaces de contribuir al mundo día a día.

martes, 6 de marzo de 2012

No me peguen que soy X

Se picó todo: la Real Academia Española salió a criticar el uso de frases ridículas al estilo de "las ciudadanos y los ciudadanos". La RAE a veces propone disparates remachados. Esta vez, quedó a mitad del camino: dicen que "los ciudadanos" también es incorrecto, y que para evitar sexismo se debe decir "la ciudadanía". O sea:

o- Un periodista sensato diría: "los representantes de los trabajadores se molestaron por la actitud de los empresarios".

o- Un imbécil diría: "las y los representantes de los trabajadores y las trabajadoras se molestaron por la actitud de las empresarias y los empresarios".

o- La RAE propone: "la representación de la fuerza trabajadora se molestó por la actitud del empresariado". Se escuchan sugerencias y epítetos.

Las reacciones ante el planteo de la RAE se multiplicaron y se pusieron serias, lo cual es todo un logro. Espero que en poco tiempo logremos resolver el tema.

- o -

Es verdad que yo ahorro cada sílaba que puedo. Soy redundante sólo cuando quiero enfatizar algo. Pero en general, hablo con las frases más cortas posibles, para que la forma moleste poco y el contenido se destaque.

Hablar en términos de "las y los" agrega sílabas al pedo, que estorban el pensamiento y la comunicación. Pero mi rechazo ante la duplicación no es sólo para bajar costos. También viene por el lado de la igualdad entre varones y mujeres.

- o -

Lo que me preocupa en serio es que quienes defendemos las reglas de siempre quedamos como machistas y discriminadores. Los habrá de aquellos y que al mismo tiempo coincidan conmigo en cómo hablar. Pero yo soy feminista y no lo otro.

De hecho, pienso que los supuestos feministas que dicen "las ciudadanos y los ciudadanos" son discriminadores ellos mismos. Al insistir en que debemos nombrar ambos sexos a cada frase, lo que logran es enfatizar la diferencia entre hombres y mujeres, en vez de mitigarla.

Al decir "niños y niñas", hacen que los gurises sientan que los varones y mujeres son bandos separados, distintos, opuestos, enfrentados. Al hablar así, los supuestos feministas en realidad están discriminando.

En cambio, yo digo chiquilines, gurises, botijas, chicos, niños, y logro unir a varones y mujeres en su espíritu de personas. Son distintas en aspectos muy importantes, pero iguales en lo esencial. Eso es igualdad.

- o -

Además, ¿por qué seguir marcando únicamente la diferencia entre hombre y mujer, cuando hay un montón de gente que es distinta a los estereotipos clásicos? Antes, la gente común sabía de mujeres y hombres, ambos heterosexuales. Ahora hay transexuales, bixesuales, homosexuales y un montón de variedades sexuales (*1).

Hay hombres que les molesta que un transexual entre al baño de hombres. Hay quienes quisieran un tercer baño para raros, o dos, o seis. Hay quienes harían un solo tipo de baño, si igual las cabinas tienen puerta y nadie los puede ver.

Hay mujeres que usan ropa de hombre, sea por preferencia, por trasvestismo, por moda o por ironía. Hay hombres que parecen mujeres y son bien heterosexuales. Hay mujeres con pinta de mujeres que son homosexuales.

Entonces, ante tanta diversidad, ¿por qué proponen que el lenguaje siga siendo sexualmente binario? Esas variantes sexuales podrían terminar apropiándose de alguna otra vocal, tal vez alguna fuera de las cinco del español, y todos terminaríamos hablando por hexaduplicado.

- o -

Si es por propuestas radicales, adoptemos el género gramatical neutro para hablar de personas. Ni A ni O, por supuesto. Tampoco la E, que se usa como sufijo en demasiados verbos, ni la I, que es propiedad de los diminutivos. Propongo la U.

No se me ocurren muchos sufijos que tengan la U. Por tanto, al usar esa letra, no habría confusión con palabras similares. Al mismo tiempo, quien la usa quedaría marcado inmediatamente como alguien que desea la igualdad.

- o -

Probemos de nuevo: "lus representantus de lus trabajadorus se molestaron por la actitud de lus empresarius".

¿Qué les parece? Pienso que es mejor que las demás propuestas. Excepto la original: dejar todo como está.

Cambiar el idioma salvajemente sólo sería necesario si hay problemas de comunicación. Hace medio siglo, no había problemas de comunicación. Ahora sí, y es por culpa de quienes quieren hablar de "las y los". Seamos sensatos: sigamos hablando el español como siempre. Res, non verba.

(*1: En un programa de concursos estadounidense me enteré de la vida de un camaleón sexual. A veces se siente hombre, a veces se siente mujer. Baila de ambas maneras.)