viernes, 10 de enero de 2014

Luthierada de imitación

A esta altura de la vida, ya no sé qué está de moda y qué no. Sí sé que hay varios chistes dando vueltas por ahí que son atribuidos falsamente al grupo argentino Les Luthiers. No sé si ellos se horrorizan al ver su nombre junto a chistes malos, o si se espantan al verlo junto a chistes buenos. Como sea, acá va un homenaje a ellos.

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Johan Sebastian Mastropiero, debido a su labor como músico en el palco de los hipódromos de Londres, terminó sendo perseguido por un grupo de rufianes por no pagarles una serie de apuestas. Había apostado a que el público aplaudiría su música.

Por ello, huyó de la capital y tomó un barco rumbo a Liverpool. La providencia quiso que se encontrara con el capitán de la marina británica, James Apple, apenas pisó el puerto.

Debo decir, apenas pisó al capitán. Bueno, lo pisó un poco. Bastante. Más bien, Mastropiero aplastó totalmente el Apple Pie, eh... el pie de Apple.

Pobre pie. Qué dolor. El pie de Apple quedó rojo como un tomate, como una salchicha, como una manzana. Roja.

La mala fortuna de Mastropiero no terminó allí, porque el pie del capitán se empezó a hinchar. Cada vez más grande. Al final, el pie del marino quedó de una milla marina.

Mastropiero se apresuró en retroceder y disculparse. Se apresuró tanto al retroceder que tropezó en el descanso de la escalera del mulle y cayó al agua.

Lo que menos quería era terminar descansando con los peces.