El Ministerio de Desarrollo Social y la Intendencia de Canelones lanzaron el concurso "¿Y si nos reímos de otra cosa?", que premiará a espectáculos escénicos que "nos den señales claras de que podemos reírnos sin discriminar".
Los cuatro criterios de evaluación son humor, adecuación al tema (no discriminación), creatividad y originalidad. Los ganadores presentarán el espectáculo en distintas localidades de Canelones.
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La descripción encaja con el concepto de humor blanco o de salón, en el que se intenta hacer reír sin ofender ni escandalizar a los espectadores. Lo opuesto es el humor verde, que precisamente intenta generar repulsión en el espectador a través de la vulgaridad. Y está el humor negro, que trata de temas trágicos como la muerte, la enfermedad y la violencia, sea con fines humorísticos o críticos.
El humor es un tema de gustos. Claramente hay formas de humor que me gustan más de otras. Incluso dentro de un mismo subgénero hay obras que me gustan y otras que no.
Como las demás expresiones artísticas, el humor puede tener varios fines, entre ellos el entretenimiento, la educación y la crítica. En todo caso, la interpretación pasa por el espectador. Una misma obra se puede interpretar como obscena, crítica, tonta o ejemplarizante.
De hecho, la dupla argentina Peter Capusotto se especializa en recorrer las fronteras del humor, tropezando y haciendo eses de manera impredecible.
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Al organizar el concurso "¿Y si nos reímos de otra cosa?", el gobierno del Frente Amplio pretende enseñarnos a reírnos sin discriminar. Algunos dirán que es bueno promover el humor sano, otros dirán es una acción ejemplarizante o totalitaria.
Eliminar todo tipo de discriminación seguramente motive a los participantes a evitar toda frase vulgar o agresiva. Los espectáculos ganadores seguramente serán un entretenimiento alegre y divertido para toda la familia.
Sin embargo, temo que las reglas harán que los participantes eviten todo tipo de crítica social. Nada de ironizar con el egoísmo, la corrupción, la falta de solidaridad, la pobreza, la injusticia o los grandes problemas de la sociedad. El humor que toca esos problemas seguramente se interprete como discriminatorio o agresivo, y pierda puntos del jurado.
A menos que el jurado apruebe burlarse de quienes sean señalados como responsables de los problemas sociales, en cuyo caso burlarse de ellos sería aceptado como un acto de justicia poética.
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Por cierto, las bases tienen frases absolutamente ilegibles:
"Existirá una instancia de devolución a los concursantes que hayan sido eliminadxs en la instancia de evaluación, comprometiéndose sus miembrxs a guardar absoluta reserva sobres sus decisiones.
En caso de empate, el/los o la/as participante/s con mayor puntuación en la categoría “adecuación al tema” será Ganador del Premio correspondiente. En caso de que siga habiendo una situación de empate, e/los o la/las participante/s con mayor puntuación en la categoría de “creatividad” ganará el Premio.
El incumplimiento de todo lo aquí previsto resultará en la descalificación del Ganador/a o Ganadores/as, y un/a Ganador/a sustitutx será elegido."
Ya escribí un artículo sobre mi oposición a la distinción entre varones y mujeres, que genera división en vez de integración. Destaco en particular lo extraño de la frase "sus miembrxs", como si existiera la palabra "miembras".
viernes, 22 de julio de 2016
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