José Mujica aprovecha sus apariciones en la prensa para criticar a tal o cual grupo de gente. Que si son consumidores, o inversores, o productores agropecuarios, o universitarios, o periodistas, nadie se salva de sus críticas. A veces se acercan a la verdad, a veces están muy lejos, pero siempre carecen de respeto alguno por los demás.
Ayer fue el turno de las agencias de viajes. Mujica criticó que hagan propaganda en las puertas de los liceos, ofreciendo a las futuras quinceañeras paquetes de viajes al Caribe y Europa. Dijo que eso entra en el "el terreno delictivo, moralmente delictivo", y precisó:
“Qué pasa en el alma de una gurisa que empieza a hacerse ilusiones por
algo y que ve que tiene amigas que van a concretar esa ‘aventura’ de
alguna forma, y ella por la naturaleza y las dificultades de su hogar no
puede. ¿No deja una herida, una frustración?”
Algunas familias pueden pagar el viaje y otras no, pero eso no es culpa de las agencias de viaje. Aunque no hagan propaganda, o aunque las quinceañeras armen el viaje por su cuenta, ese problema seguiría existiendo, así que la crítica no tiene validez.
Pero lo más grave de Mujica es que se preocupa por quienes no viajan, en vez de destacar positivamente a quienes sí viajan. Los viajes no son solamente un pasatiempo donde la gente ve paisajes lindos y sale de compras. Viajar permite conocer otras sociedades, otras formas de vida, otra gente. Al viajar ocurren experiencias memorables que hacen a la formación de las personas.
Tanto es así que el propio Ministerio de Turismo ha desarrollado planes de turismo social, para que los uruguayos más pobres puedan viajar en su país. Mujica debería abrir un poco su cabeza al mundo.
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