Las empresas gastan dinerales en darnos ganas de consumir. Un claro ejemplo es el cine: antes de ver una película en una sala, nos muestran las sinopsis de películas que pronto (o no tanto) van a exhibir en esas salas. Sin dudas es mejor que ver reclames de clínicas dentales y sistemas de aire acondicionado.
Para quienes no frecuentan internet, las sinopsis que pasan en televisión son el principal medio de enterarse de nuevas películas. El mayor problema es cuando revelan demasiado. En mi caso, casi siempre es demasiado: me encanta que a los quince segundos de comenzada la película no sepa qué va a pasar a continuación. Voy varios años esquivando las sinposis de las películas que realmente quiero ver, para que los hechos prematuros me sorprendan y cada escena de acción me resulte totalmente desconocida.
En cambio, los buscadores de nuevos estrenos se enteran varios meses antes de detalles de las películas. Los productores y actores de las películas aspirantes a taquilleras van revelando pedacitos de sus trabajos, a ritmo de cuentagotas, para que la espera al estreno nos haga desesperar. Se llaman "teasers", o sea piezas tentadoras.
Creo que ese debería ser el principal método de publicitar esas películas que todos saben que van a vender: tentar, no resumir. Que los actores apenas hablen y muestren sus caras sin decir mucho me enferma muchísimo más que ver dos minutos llenos de explosiones y persecuciones, caras tensas y la mitad de las frases épicas de la película. Y además, hace que ver la película sea más disfrutable.
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