Cuando una saga de películas llega a la cuarta entrega, los creadores o bien entran en modo disco rayado y repiten lo mismo de antes, o bien tratan de reinventarla y conquistar nuevo territorio. En el caso de Rápido y Furioso, la cuarta película significó ponerse los pantalones largos sin sacarse los cortos.
Volvieron Dom, Letty y Mia, las carreras/persecuciones se tornaron aún más radicales, hubo varios piques sobre las otras dos películas, y el escenario y los autos cambiaron constante e innecesariamente (como de costumbre). Pero se sumaron elementos inusuales, como la interna del narcotráfico a gran escala y de la policía federal.
Vin Diesel es de madera como actor. De todas manera, sin esa cara de blanco rudo, musculoso y enojado -por más trucha que sea-, esta saga no puede no doblar la esquina. Brian cambió las camisas pintonas por vestimenta formal, pero a él le faltó madurar también su actitud (¿o a Paul como intérprete?). Me decepcionó el rol de las mujeres como objetos, en particular de las tres que supuestamente toman decisiones arriesgadas.
Punto para quien seleccionó los autos. Es saludable ver cosas distintas a muscle cars de pre-crisis y deportivos japoneses: BMW Serie 8, Buick GNX, Hummer casi militar, pickups yanquis de hace cuarenta o cincuenta años, y hasta un buggy del desierto. Apuesto que para la quinta habrá motos de alta cilindrada; quisiera ver también compactos deportivos europeos y tuning ruso. Aunque suene complicado que una saga hollywoodense se traslade fuera de América del Norte, Paul prometió que ésta se ambientará (*1) en Europa. ¡Y tal vez también en Brasil!
Lamentablemente, estos autos se usaron poco para lo que fueron seleccionados: acelerar, doblar y chocar. Se nota claramente que una infinidad de tomas de los autos en acción fueron filmadas virtualmente. Eso decepciona al espectador, porque ver corredurías plastificadas no genera tanto miedo como sentir que los actores realmente están derrapando y golpeándose a altas velocidades. Para cuando Rápido y Furioso engrane la quinta marcha, espero que los creadores vean Carrera de la muerte de Jason Statham y comprueben que los acróbatas del volante que participaron de ella le sugirieron al director que algunas escenas eran demasiado arriesgadas.
(*1: En la tercera película, una escena en una esquina famosa de Tokio fue filmada en Los Ángeles. Si siguen así, la magia se rompe.)
(Me CAGO en los traductores de los títulos de películas. Si la segunda entrega se llama originalmente 2 Fast 2 Furious, es obvio que en español debe llamarse Rápi2 y Furiosos. Y si no lo hacen, entonces no le pongan Rápidos y Furiosos a una cuarta entrega.)
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