Me sorprende que cierta gente defienda dejar abierta la posibilidad de que, en el deporte profesional, un juez pueda cometer errores tontos y evitables. Pero más aún me sorprende que la Federación Internacional de Fútbol Asociación haga lo mismo al impedir que los árbitros de sus campeonatos y los de sus miembros puedan consultar filmaciones para verificar si lo visto con sus ojos en vivo coincide con lo recibido en directo por miles y miles de televidentes, como ya ocurre en innumerables competencias deportivas profesionales.
Ayer vimos dos cobros desastrosos en partidos del Mundial de Fútbol: un fuera de juego clarísimo de Argentina contra México que no fue cobrado y terminó en gol, y un gol clarísimo de Inglaterra contra Alemania que no fue cobrado. No es la primera vez, y aparentemente tampoco será la última. Los periodistas y los hinchas tiran la culpa sobre los jueces, que sea porque justo parpadearon, miraban para otro lado o les engañó el ángulo de vista (o directamente quisieron cobrar mal a propósito), se mandan una macana que no puede ser revertida según el reglamento. En deportes como básquetbol y rugby, los jueces detienen el partido en caso de dudas y revisan las filmaciones con detalle antes de decidirse. Prefiero un par de minutos sin acción que un resultado injusto.
Siempre hay jugadas polémicas difíciles de evaluar. Basta sintonizar cualquier programa de fútbol y oír a los comentaristas discutar horas y horas si tal patada, empujón o manotazo fue con intención o no, o si la caída de un jugador fue por culpa de su rival, por apoyarse mal en el suelo o para simular falta. Tal vez los árbitros cobren mal en estas jugadas por más repeticiones que miren. Pero ciertas acciones clarísimas podrían juzgarse correctamente si se les permitiera consultar la pantalla. Mientras, el circo continúa.
lunes, 28 de junio de 2010
lunes, 21 de junio de 2010
Popurrí ovalado: segunda etapa 2010 de la IndyCar
Tras la carrera de ayer en Iowa, la serie IndyCar concluyó la segunda etapa de la temporada 2010, compuesta de cuatro óvalos. El único óvalo corto del campeonato fue escenario de una aguerrida batalla en el pelotón de punta, que terminó con un podio latinoamericano. El brasileño Tony Kanaan (Andretti) ganó seguido de su coterráneo Hélio Castroneves (Penske) y el venezolano Ernesto Viso (KV), quien por mérito propio consiguió su mejor actuación en la IndyCar hasta ahora. Más atrás arribaron a meta los otros dos pilotos de Penske, Ryan Briscoe y Will Power, y el piloto de Ganassi Scott Dixon, en tanto que su compañero Dario Franchitti debió detenerse varias vueltas con problemas mecánicos y quedó 18º.
Un mes atrás y a pura velocidad, Franchitti se convirtió en el 17º piloto en repetir triunfo en las 500 Millas de Indianápolis (el anterior había sido Castroneves en 2002). Por errar de estrategias de combustible, Hélio perdió la posibilidad de convertirse en el cuarto piloto y primer extranjero en ganar cuatro veces, y Tony la chance de ser el primero en triunfar habiendo largado desde la última fila. La debacle de Penske fue total, con errores graves que alejó a los tres de los puntos gordos.
- o -
Power conserva el liderato del campeonato, pese a dos pobres actuaciones en Kansas y Texas. Allí ganaron Dixon y Briscoe, de manera que los cinco sospechosos de siempre de Penske y Ganassi ya ganaron carreras y están encerrados en pocos puntos. La dupla de Ganassi mejoró su actuación con respecto a la primera etapa del año, y arrimó la bocha colocando a Dixon y Franchitti a 11 y 14 puntos de Power. Castroneves y Briscoe los siguen a no mucha distancia pero, habiendo abandonado en Texas e Indianápolis respectivamente, deben mejorar notoriamente si quieren llegar a la recta final con chances de pelear por el campeonato.
Después de triunfar en 2008 en Richmond (inspirador del trazado de Iowa), Kanaan cortó ayer dos rachas de 24 meses de sequía sin victorias: la propia, y la de los equipos que no son Penske ni Ganassi en óvalos. Andretti Autosport se establece como clara tercera potencia de la categoría, sumando un segundo triunfo en la temporada tras el de Ryan Hunter-Reay en el callejero de Long Beach en abril. Así, Kanaan y Hunter-Reay están sexto y séptimo en el campeonato, tras los cinco de Penske y Ganassi. Algo más atrás están los otros dos pilotos de Andretti, el nieto Marco (9º) y Danica Patrick (11ª), intercalados con dos británicos de equipos medianos, Justin Wilson (Dreyer & Reinbold, 8º) y Dan Wheldon (Panther, 10º).
- o -
La grilla se muestra estable y medianamente grande, con al menos 24 pilotos largando cada carrera y 38 en la clasificación de las 500 Millas de Indianápolis. La cantidad de pases de pilotos a mitad de temporada se redujo notablemente a niveles de Fórmula 1. Sin embargo, la situación de dos jóvenes y talentosos estadounidenses es preocupante.
Hunter-Reay, apoyado hasta Texas por el auspiciante de la categoría, la marca de ropa Izod, consiguió competir en una carrera más (Iowa), pero desde ahora está sin dinero para continuar su excelente actuación. Graham Rahal corrió tres carreras para el modestísimo equipo Fisher, llegando noveno en San Petersburgo; luego finalizó 12º en las 500 Millas de Indianápolis pilotando para el equipo de su papá, Bobby, y noveno en Iowa sustituyendo en Dreyer & Reinbold al lesionado Mike Conway. Mientras Conway esté en recuperación, sua butaca debería ser ocupada definitivamente por uno de ellos.
Hay tan pocos auspiciantes a la vuelta que las grillas de las categorías menores son patéticas: ayer hubo apenas 13 pilotos en la carrera de la Indy Lights, 15 en la de la Star Mazda, y 11 en la de la USF2000. Faltan auspiciantes porque faltan espectadores, porque falta cobertura periodística, porque... el ciclo vicioso aún no fue cortado del todo.
- o -
El horizonte tiene unos cuantos faros brillantes. En pleno verano de 2011, la IndyCar visitará el óvalo de New Hampshire (cerca de Boston), y una semana más tarde Baltimore tendrá una carrera callejera en pleno centro de la ciudad. El único circuito actual en el noreste de Estados Unidos, Watkins Glen, está a varias horas de viaje del centro de las grandes ciudades de la región. En cambio, las nuevas tendrán un impacto directo en los grandes medios de comunicación, tanto regionales como nacionales.
Es una noticia doblemente buena que la IndyCar vuelva a correr en un óvalo corto y chato, donde los pilotos deben frenar y así demostrar sus cualidades de pilotaje. Ahora bien, seis circuitos temporarios en 16 ó 20 son más que suficientes. Si Cleveland o Houston consiguen una, que otra ciudad la pierda. Que sea Edmonton, un agujero negro de dinero, las otras las defiendo a los pontonazos.
Como contracara, las fechas en el autódromo mixto de Watkins Glen y los óvalos de Kansas, Chicagoland y Homestead corren peligro, porque la International Speedway Corporation, dueña de todos ellos y propiedad de la familia France de la Nascar, no se lleva del todo bien con los organizadores de la IndyCar. Para colmo de males, la ISC también posee Fontana, Michigan y Phoenix, tres óvalos chatos añorados por los más fanáticos (me incluyo en el grupo). La pérdida de Kansas o Homestead no me desvelan, pero Chicago es una ciudad demasiado importante para la IndyCar, y Watkins Glen es el mejor autódromo del calendario actual.
Speedway Motorsports, némesis de la ISC y dueña de Sears Point, Texas, Kentucky y New Hampshire, tiene mejor trato con la categoría y ofrece sumar Las Vegas y Charlotte, dos óvalos "de molde", es decir de longitud media y demasiado peraltados para monoplazas. Lo mismo digo que sobre los callejeros: si un óvalo como éstos consigue una carrera, que otro la pierda. Para cerrar el párrafo, no puedo dejar de mencionar que me emocionaría que los autódromos mixtos de Road America o Laguna Seca volvieran a recibir a la IndyCar, y en menor medida el Hermanos Rodríguez de México.
- o -
Con tal diversidad de escenarios, este año habrá dos trofeos para los pilotos que cosechen más puntos en óvalos (A.J. Foyt, primer cuádruple ganador en Indianápolis) y en circuitos mixtos (casi seguro se llamará Mario Andretti, campeón de IndyCar y Fórmula 1). El primero de los trofeos está muy peleado, con la dupla de Ganassi liderando y Briscoe y Kanaan persiguiéndolos de cerca. En dos semanas, la IndyCar comienza la tercera etapa de la temporada 2010 con cinco circuitos mixtos. Power tiene todas las de ganar el trofeo y aumentar sus chances de pelear el campeonato, pero Castroneves, Wilson y los dos de Ganassi pueden sorprender.
Un mes atrás y a pura velocidad, Franchitti se convirtió en el 17º piloto en repetir triunfo en las 500 Millas de Indianápolis (el anterior había sido Castroneves en 2002). Por errar de estrategias de combustible, Hélio perdió la posibilidad de convertirse en el cuarto piloto y primer extranjero en ganar cuatro veces, y Tony la chance de ser el primero en triunfar habiendo largado desde la última fila. La debacle de Penske fue total, con errores graves que alejó a los tres de los puntos gordos.
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Power conserva el liderato del campeonato, pese a dos pobres actuaciones en Kansas y Texas. Allí ganaron Dixon y Briscoe, de manera que los cinco sospechosos de siempre de Penske y Ganassi ya ganaron carreras y están encerrados en pocos puntos. La dupla de Ganassi mejoró su actuación con respecto a la primera etapa del año, y arrimó la bocha colocando a Dixon y Franchitti a 11 y 14 puntos de Power. Castroneves y Briscoe los siguen a no mucha distancia pero, habiendo abandonado en Texas e Indianápolis respectivamente, deben mejorar notoriamente si quieren llegar a la recta final con chances de pelear por el campeonato.
Después de triunfar en 2008 en Richmond (inspirador del trazado de Iowa), Kanaan cortó ayer dos rachas de 24 meses de sequía sin victorias: la propia, y la de los equipos que no son Penske ni Ganassi en óvalos. Andretti Autosport se establece como clara tercera potencia de la categoría, sumando un segundo triunfo en la temporada tras el de Ryan Hunter-Reay en el callejero de Long Beach en abril. Así, Kanaan y Hunter-Reay están sexto y séptimo en el campeonato, tras los cinco de Penske y Ganassi. Algo más atrás están los otros dos pilotos de Andretti, el nieto Marco (9º) y Danica Patrick (11ª), intercalados con dos británicos de equipos medianos, Justin Wilson (Dreyer & Reinbold, 8º) y Dan Wheldon (Panther, 10º).
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La grilla se muestra estable y medianamente grande, con al menos 24 pilotos largando cada carrera y 38 en la clasificación de las 500 Millas de Indianápolis. La cantidad de pases de pilotos a mitad de temporada se redujo notablemente a niveles de Fórmula 1. Sin embargo, la situación de dos jóvenes y talentosos estadounidenses es preocupante.
Hunter-Reay, apoyado hasta Texas por el auspiciante de la categoría, la marca de ropa Izod, consiguió competir en una carrera más (Iowa), pero desde ahora está sin dinero para continuar su excelente actuación. Graham Rahal corrió tres carreras para el modestísimo equipo Fisher, llegando noveno en San Petersburgo; luego finalizó 12º en las 500 Millas de Indianápolis pilotando para el equipo de su papá, Bobby, y noveno en Iowa sustituyendo en Dreyer & Reinbold al lesionado Mike Conway. Mientras Conway esté en recuperación, sua butaca debería ser ocupada definitivamente por uno de ellos.
Hay tan pocos auspiciantes a la vuelta que las grillas de las categorías menores son patéticas: ayer hubo apenas 13 pilotos en la carrera de la Indy Lights, 15 en la de la Star Mazda, y 11 en la de la USF2000. Faltan auspiciantes porque faltan espectadores, porque falta cobertura periodística, porque... el ciclo vicioso aún no fue cortado del todo.
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El horizonte tiene unos cuantos faros brillantes. En pleno verano de 2011, la IndyCar visitará el óvalo de New Hampshire (cerca de Boston), y una semana más tarde Baltimore tendrá una carrera callejera en pleno centro de la ciudad. El único circuito actual en el noreste de Estados Unidos, Watkins Glen, está a varias horas de viaje del centro de las grandes ciudades de la región. En cambio, las nuevas tendrán un impacto directo en los grandes medios de comunicación, tanto regionales como nacionales.
Es una noticia doblemente buena que la IndyCar vuelva a correr en un óvalo corto y chato, donde los pilotos deben frenar y así demostrar sus cualidades de pilotaje. Ahora bien, seis circuitos temporarios en 16 ó 20 son más que suficientes. Si Cleveland o Houston consiguen una, que otra ciudad la pierda. Que sea Edmonton, un agujero negro de dinero, las otras las defiendo a los pontonazos.
Como contracara, las fechas en el autódromo mixto de Watkins Glen y los óvalos de Kansas, Chicagoland y Homestead corren peligro, porque la International Speedway Corporation, dueña de todos ellos y propiedad de la familia France de la Nascar, no se lleva del todo bien con los organizadores de la IndyCar. Para colmo de males, la ISC también posee Fontana, Michigan y Phoenix, tres óvalos chatos añorados por los más fanáticos (me incluyo en el grupo). La pérdida de Kansas o Homestead no me desvelan, pero Chicago es una ciudad demasiado importante para la IndyCar, y Watkins Glen es el mejor autódromo del calendario actual.
Speedway Motorsports, némesis de la ISC y dueña de Sears Point, Texas, Kentucky y New Hampshire, tiene mejor trato con la categoría y ofrece sumar Las Vegas y Charlotte, dos óvalos "de molde", es decir de longitud media y demasiado peraltados para monoplazas. Lo mismo digo que sobre los callejeros: si un óvalo como éstos consigue una carrera, que otro la pierda. Para cerrar el párrafo, no puedo dejar de mencionar que me emocionaría que los autódromos mixtos de Road America o Laguna Seca volvieran a recibir a la IndyCar, y en menor medida el Hermanos Rodríguez de México.
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Con tal diversidad de escenarios, este año habrá dos trofeos para los pilotos que cosechen más puntos en óvalos (A.J. Foyt, primer cuádruple ganador en Indianápolis) y en circuitos mixtos (casi seguro se llamará Mario Andretti, campeón de IndyCar y Fórmula 1). El primero de los trofeos está muy peleado, con la dupla de Ganassi liderando y Briscoe y Kanaan persiguiéndolos de cerca. En dos semanas, la IndyCar comienza la tercera etapa de la temporada 2010 con cinco circuitos mixtos. Power tiene todas las de ganar el trofeo y aumentar sus chances de pelear el campeonato, pero Castroneves, Wilson y los dos de Ganassi pueden sorprender.
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miércoles, 9 de junio de 2010
Un crimen celeste, de casaca blanca
Comprendo que Francia tenga preferencia de usar camiseta azul en el Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010 y haga usar a Uruguay vestimenta alternativa. Pero Sudáfrica viste de amarillo con vivos verdes y México de verde con vivos blancos, que se distinguen perfectamente del celeste con vivos negros de Uruguay. Sin embargo, la celeste no lo será en dos de los tres partidos de la primera ronda.
Darwin Desbocatti dice que la obligación de la Fifa a que un equipo use remera oscura y el otro clara se debe al gremio de porteros de edificios, que impuso su derecho a poder disfrutar de los partidos en esos televisores chiquitos en blanco y negro. Creo que está en lo cierto, porque no se me ocurre ninguna otra causa.
Para colmo de males, es una tragedia que Uruguay no use como alternativa su clásica vestimenta alternativa con remera roja y pantalón blanco, casi artiguista (faltarían vivos celestes). Aparentemente usaremos un conjunto totalmente blanco con vivos celestes y negros, lindo pero poco uruguayo. Nos debería representar el cielo de verano y la sangre charrúa, no la fría uruguayez y el invierno gris sin nieve que padecemos de mayo a setiembre. Como consuelo, parece que la remera dorada que apareció en algunos medios de comunicación fue descartada.
(Para ilustrarse sobre la historia de la indumentaria de la selección uruguaya de fútbol, visiten esta hermosa página.)
- o -
La selección uruguaya de fútbol es perfectamente capaz de derrotar a cualquiera de sus 31 rivales del certamen, incluso jugando mal. También es perfectamente capaz de ser derrotada por cualquiera de ellos por goleada, incluso jugando bien. Que no pasemos a octavos de final no me preocupa. Que juguemos mal, sí. No basta con remarla a pulmón. ¡A jugar al fútbol!
Darwin Desbocatti dice que la obligación de la Fifa a que un equipo use remera oscura y el otro clara se debe al gremio de porteros de edificios, que impuso su derecho a poder disfrutar de los partidos en esos televisores chiquitos en blanco y negro. Creo que está en lo cierto, porque no se me ocurre ninguna otra causa.
Para colmo de males, es una tragedia que Uruguay no use como alternativa su clásica vestimenta alternativa con remera roja y pantalón blanco, casi artiguista (faltarían vivos celestes). Aparentemente usaremos un conjunto totalmente blanco con vivos celestes y negros, lindo pero poco uruguayo. Nos debería representar el cielo de verano y la sangre charrúa, no la fría uruguayez y el invierno gris sin nieve que padecemos de mayo a setiembre. Como consuelo, parece que la remera dorada que apareció en algunos medios de comunicación fue descartada.
(Para ilustrarse sobre la historia de la indumentaria de la selección uruguaya de fútbol, visiten esta hermosa página.)
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La selección uruguaya de fútbol es perfectamente capaz de derrotar a cualquiera de sus 31 rivales del certamen, incluso jugando mal. También es perfectamente capaz de ser derrotada por cualquiera de ellos por goleada, incluso jugando bien. Que no pasemos a octavos de final no me preocupa. Que juguemos mal, sí. No basta con remarla a pulmón. ¡A jugar al fútbol!
miércoles, 2 de junio de 2010
Fierros de ambas orillas del Atlántico
Este chiste no es mío, lo publico para mantener esta bitácora en buen estado de salud.
- o -
Una musculosa joya de acero de Detroit se detiene en una estación de servicio alemana. El conductor baja la ventanilla y le pide al pistero, en alemán pero con claro acento gringo: "Dale de beber a mi amor".
"¿Te lo trajiste de allá?", le pregunta el pistero. "Me la traje, sí, por supuesto", responde el conductor. "¿No lograste encontrar ningún auto alemán que te gustara?", inquiere el pistero con orgullo patriótico. "Más bien al contrario: allá no logré encontrar un límite de velocidad que me dejara safisfecho."
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Una musculosa joya de acero de Detroit se detiene en una estación de servicio alemana. El conductor baja la ventanilla y le pide al pistero, en alemán pero con claro acento gringo: "Dale de beber a mi amor".
"¿Te lo trajiste de allá?", le pregunta el pistero. "Me la traje, sí, por supuesto", responde el conductor. "¿No lograste encontrar ningún auto alemán que te gustara?", inquiere el pistero con orgullo patriótico. "Más bien al contrario: allá no logré encontrar un límite de velocidad que me dejara safisfecho."
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