Esta movida para reelegir a Tabaré Vázquez me huele rara. Él aparenta haberse podrido de repetir una y otra vez que, en marzo de 2010, las llaves de Suárez y Reyes pasarán a manos de otra persona. Pero un creciente número de políticos creen que es la única persona que puede lograr un segundo mandato frentista, pese a la inmensa cantidad de dirigentes que posee ese bloque partidario.
Los analistas políticos vienen dejando en claro la infinidad de peligros de esta jugada: la reforma simultánea es absolutamente inconstitucional; la oposición tendría más elementos para acusar al Frente Amplio de poco apego a la democracia; varios sectores frentistas rechazarían la idea de aprobar la reelección inmediata; y aunque se lograse ir a plebiscito, el Frente Amplio igual tendría que presentar algún candidato en las internas.
Pero lo más grave de todo es que la discusión de la campaña electoral podría terminar centrándose en si meter presos a los ex dictadores y si permitir la reelección. En vez de esto, Uruguay deberá plantearse temas de verdad: cómo enfrentar la incipiente crisis económica (hasta ahora era sólo financiera); cómo lograr un desarrollo sostenido y sustentable que involucre y beneficie a todos; cómo revertir la emigración de jóvenes; cómo reinsertar los excluidos al resto de la sociedad; y cómo revertir los desastres que viven la educación, la salud, la seguridad pública y la seguridad social.
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