El circuito de Yeongam estaba impresentable, embarrado y a medio construir. La primera vuelta a toda velocidad ocurrió a más de un tercio del recorrido, y las últimas se dieron con luz precaria. ¿Quién diría que esta carrera sería una de las mejores de la Fórmula 1 de los últimos años?
Todos se quejaban de que el entorno de la pista era de obra, que estaba bacheada, sucia y peligrosa. La lluvia la arruinó por completo... para bien de la Fórmula 1. Este tipo de carreras separa a los buenos pilotos de los grandes. Limar milésimas en pistas es todo un arte, pero me quedo toda la vida con esto de sobrevivir a la adversidad.
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A pesar del menor recorrido a fondo, bastó y sobró para ver mucha acción en pista y para que algunos candidatos dejaran puntos por el camino. A Mark Webber se le fue la trompa en una curva, y tratando de mantener el auto en pista patinó; Nico Rosberg no pudo esquivarlo y chocaron definitivamente. Su compañero de Red Bull, Sebastian Vettel, punteaba con cierta comodidad cuando el motor Renault se rompió y dejó a los austríacos con las manos vacías.
Esta vez, la sangre latina de Fernando Alonso y Felipe Massa se enfrió para bien de ambos y las Ferrari lograron un 1-3 que les levantó el ánimo a los tres. Quedaron separados por Lewis Hamilton, quien en vez de arriesgarse como de costumbre decidió a esperar que los demás fallaran y le funcionó. Michael Schumacher sí atacó mucho y arribó cuarto reafirmando que sigue en condiciones de dar grandes espectáculos con prolijidad.
De Alemania hasta la fecha, el asturiano cosechó cuatro vitorias, dos podios más y un abandono en Spa-Francorchamps. Así, saltó de quinto con 98 puntos y a 47 del puntero a líder con 231 puntos, 11 sobre Webber y 21 sobre Hamilton. Pero Vettel tiene 206 y Button 189, por lo que aún pueden resultar campeones si los otros cuatro fracasan en obtener puntos gordos en Interlagos y Abu Dhabi. No sólo el aire y el asfalto estarán calientes allí.
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