La intervención de Tilke a Hockenheim convirtió a la catedral germana de la velocidad en una pista genérica como cualquier otra. Para albergar los Juegos Panamericanos durante unas pocas semanas, se amputó gran parte del recorrido de Jacarepaguá. El tortuoso circuito de Charade retiene hoy apenas la mitad del espíritu de veinte años atrás.
¿Qué nos deparará el futuro? ¿El Gálvez porteño perderá el curvón del fondo? ¿El verdoso infierno renano de Nordschleife sucumbirá? ¿Spa-Francorchamps se reducirá a cuatro kilómetros? ¿Suzuka se quedará sin puente?
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