La familia France tendrá que empezar a mirar lo que hace la IndyCar Series. Porque esa categoría de monoplazas, fortalecida tras la bancarrota final de la Champ Car, tiene ganas de mirar cara a cara a la Nascar Cup Series, la división principal de stock cars de la Nascar.
Ya terminó la pelea entre la Indy y la Champ Car por pilotos, equipos, auspiciantes y circuitos. Ahora es el turno de estabilizarse y desarrollarse. Para emparejar las prestaciones y evitar escaladas de costos, ya está decidido mantener el monopolio de chasis y neumáticos. En cambio, ya se invitó a los grupos automotores a proveer motores para las temporadas futuras (más datos).
El tema pendiente que me interesa en particular es la selección de circuitos. Hasta ahora van confirmadas para la temporada 2009 nada menos que 18 pistas: el superóvalo de Indianápolis, 6 óvalos de 2400 metros (Kansas, Texas, Kentucky, Chicago, Motegi y Homestead), 3 óvalos chicos (Milwaukee, Iowa y Richmond), 3 autódromos (Watkins Glen, Mid-Ohio, Sears Point) y 5 trazados semipermanentes (St Pete, Long Beach, Toronto, Edmonton y Detroit).
A mi gusto, faltan el callejero de Surfers Paradise, alguna fecha en México, un segundo superóvalo (Fontana o Michigan son realistas, Daytona o Talladega no), algún autódromo más (Road America y Laguna Seca son esenciales, Miller o Road Atlanta son opcionales) y una tercera carrera canadiense (Mont-Tremblant, Mosport o Montreal). Para compensar mi propuesta inflacionaria, que desaparezcan uno o dos óvalos medianos. Para prevenir el síndrome de Cerebro, al menos es sabido que salvo Surfers Paradise y Motegi, la Indy no abandonaría América del Norte.
¡Y que transmitan la Indy por televisión cable en directo!
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