En las competencias de halterofilia de los Juegos Olímpicos de Beijing, el levantador de pesas húngaro Janos Baranyai no logró levantar 148kg. El fierro se le cayó en la espalda y le dejó el brazo al revés; el halterista saltó gritando y se tiró al piso temblando como loco. En poco rato, los especialistas le revirtieron la dislocación.
Ver a un tipo con tanto músculo y con el codo para adelante ya es enfermizo. Pero lo sorprendente de esto es que casi antes de que los médicos se acercaran al lesionado, cinco chinitos ocultaron la escena del siniestro con una planchas de plástico. Y a pesar de la amable censura china, los responsables de la transmisión televisiva mostraron repeticiones desde todos los ángulos de cómo las pesadas pesas le reventaron el hombro al desafortunado magiar. Me sorprendió cómo dos equipos de la organización de los juegos tomaron criterios tan opuestos al mismo tiempo.
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